5 de noviembre de 2007

En Villa Crespo todo el año es carnaval…

Contar con lujo de detalles los comienzos de la relación, sería mentir despiadadamente. Se sabe que el escenario del amor fue el barrio porteño de Villa Crespo. Mariano, decían algunos, era un centro delantero con mucho futuro, que jugaba con mucho éxito y distinción en la quinta división de Atlanta. De ella, se sabe que sus ojos verdes era una réplica exacta de los más preciosos parques que existen en el mundo, y que sus encantos, fácilmente visibles, eran víctimas de los más ocurrentes, y no por eso menos groseros, piropos.
Caminaba por las calles villacrespenses con un notorio desconocimiento. Rápidamente se llegó a la conclusión, que esta extraña y hermosa mujer, no era del barrio. Así, por lo menos, aseguró Elías “el Loco” Farraret, que con soltura y picardía, la enfrentó en Corrientes y Camargo para comprobar la teoría.
- Nos conocemos de algún lado, preciosa, arremetió sin medir consecuencias.
- No creo, replicó ella, soy nueva en el barrio. Nací en La Boca.
Esto explicaba la extrañeza con la que caminaba.
- Si te invito a un trago en San Bernardo, imagino que no me rechazarás, le dijo mientras le ofrecía su mano.
- Lamento decirle que no podré acceder a la propuesta, dijo la mujer sin pensar el daño que ocasionaría. Siguió caminando, dejando atrás moribundo al loco, protagonista de las más descaradas y soeces cargadas de sus amigos, que aguardaban con deseo incontenible ver el rostro perdedor detrás de un árbol. En ese grupo se encontraba Mariano.
Acobardados por la seguridad de esta mujer, que había tenido la hidalguía de rechazar a Ferraret, que se encargó, a lo largo de los años, a contruir el mote de seductor, la siguieron disimuladamente, procurando no levantar sospecha alguna. Extrañamente, caminaba interminables cuadras sin detenerse en ninguna puerta, como si no tuviera casa.El grupo comenzaba a reducirse junto con la luz del día. El primero de los cinco en abandonar el periplo fue el “loco” Farraret, víctima del más despreciable rechazo. Sin duda sufrió un enorme bajón anímico, el cual sería el responsable de que volviese derrotado a su casa.

El segundo en irse fue Manuel García, quien acusó un dolor de cabeza terrible. Los más íntimos de Manuel dudaron de su dolencia, y especularon con un fuerte reto de los padres si no llegaba temprano a casa. Ya quedaban tres aventureros.
A la altura de Darwin, Martín Domenech dijo no sentir entusiasmo por conocerla, aunque esta excusa no sonó convincente. De todos modos, el ruso carecía de íntimos, lo cual permitió que en un principio, nadie dudara de sus escasas ambiciones. Parecía raro cómo no podía entusiasmarlo esta mujer, que captaba miradas de todo hombre que pasaran a su lado.
Permanecieron dos. Ramiro pensó en renunciar, pero pensó que, a esa altura, no valdría la pena. Mariano, el otro sobreviviente, tenía la intención de sacarle, por lo menos, el número de teléfono, o la dirección de la casa. No aguantó seguir caminando disimuladamente detrás de esta mujer, y precipitándose mientras ella daba vuelta la cara.
Decidió gritarle. Hermosa, preciosa, flaca, piba, fueron algunos de las palabras que el jugador de Atlanta creyó que llamarían la atención de la chica. Detrás de él estaba, tímidamente, Ramiro. Finalmente dio con un grito que pareció conmoverla. Date vuelta, no puedo más, le dijo. Ella acató el pedido, parando la marcha y echando la vista atrás. Se encontró con un chico delgado, alto, morocho, con tanta inseguridad que parecía un niño. Pareció enternecerla. Mariano caminó con rapidez, hasta la altura de la señorita.
- Hola, me llamo Mariano, le dijo.
- Ya lo se, querido, no abundes en detalles que conozco, dijo tajante la mujer.
- Nos conocemos de algún lado, arremetió él, sin dejar de pensar de dónde conocía a esta chica que parecía, sabía de su existencia.-
Vos no me conocés, pero yo a vos sí. Jugás en Atlanta, sos nueve de área, como se dice en la jerga futbolística. Me caes muy simpático, quiero que lo sepas, y que es muy probable, que vaya con vos al corso mañana por la noche.
Mariano quedó pálido. No sólo ella tenía conocimiento de este joven jugador, sino que, además sabía todo lo que el le iba a decir.
- Te parece bien que nos encontremos en la puerta de la cancha de Atlanta a las ocho, preguntó la mujer que, desde ahora, no podría olvidar. Ah, y si lo ves al loco, decile que no acepté su pedido porque todavía tiene mucho por conocer. Y, por supuesto, no estoy con fanfarrones, que toman a las mujeres como objetos. Decile que trate de cambiar eso, si no morirá en soledad. Chau chinito, nos vemos el viernes en el corso.
Ella se perdió en el anochecer, mientras el permanecía abrumado e impactado. Decidió emprender el camino de regreso. Jamás le pareció, como aquella noche, que su casa quedaba a dos kilómetros. No paraba de pensar en esa mujer, que sabía su posición en la cancha, su sobrenombre (el cual detestaba que supiera), la invitación que le propondría. Todo conocía. Lo peor es que nunca la vio antes. Era, verdaderamente, inexplicable esa situación.
Al otro día, ya en el colegio, Mariano comentó lo sucedido.
- Dejá de inventar cosas chino, dijo Farraret. Esa mina, si me rechazó a mí, no te va a agarrar a vos.
- Buscame en el corso esta noche, dijo desafiante Mariano. Voy a estar con ella.A eso de las ocho y media de la noche, el loco contemplaba con rabia como se besaban su amigo y la mujer que, insensible, lo avergonzó delante de sus amigos. No pudo contener su ira, y fue directo hacia la pareja. Los separó ferozmente, mientras gemía “Qué hacés chino, esta piba es mía”.
- No te encomendé que le dijeras que no sea fanfarrón, que si sigue tomando a las mujeres como objetos le irá mal, dijo la chica. Salí de acá, antes que esto se vuelva dramático.No tuvo más remedio que respetar el pedido. Se fue vomitando su odio, mientras la pareja, felizmente, volvía a realizar aquello que Farraret cortó.
Seguramente fue a contarle a los demás amigos del curso lo que, desgraciadamente, había vivido, puesto que la puerta de la cancha de Atlanta fue habitada por casi todos los compañeros de curso, que veían con mirada celosa la fogosidad de la pareja.
Debido a la mirada penetrante de los amigos, si se pueden denominar así, decidieron cambiar de lugar. Comenzaron a caminar para el lado de la calle Muñecas. Se internaron sin miedo en un horizonte oscuro.
- Me llamo Lucía, le dijo esperando sorpresa del otro lado, ya que él desconocía su nombre. Lucía y Mariano, ¿linda pareja, no?- Si vos lo decís, dijo riendo el chino.
Siguieron caminando de la mano, como corresponde. Ya era casi imperceptible la música del corso. Ella pareció hacerle una propuesta más que tentadora, puesto que la cara de Mariano se llenó de alegría, junto con una expresión que denostaba aceptación.

Llegó el sábado. Ese era el día elegido por los muchachos para jugar a la pelota. Estaban todos, aunque faltaba el chino. Se hicieron las tres y media, y no había ningún tipo de excusa para retrasar el partido treinta minutos. Decidieron ir en su búsqueda, ya que era necesario para el equipo. Fueron por las calles que Mariano camina usualmente para llegar a su casa. Quizás lo encontrarían en el camino, y lo agarrarían de los pelos para llevarlo a la cancha.
No lo encontraron por aquella zona, aunque ninguno se preocupó, pues estaban casi seguros que debía estar en su casa, durmiendo.
Miren, dijo uno. En el cordón, estaban las zapatillas del delantero, en las calles Velazco y Juan B. Justo, a dos cuadras de la casa. Se asustaron de tal modo que comenzaron a correr. En Murillo encontraron la remera que llevaba puesta en el corso. Siguieron la marcha, hasta Padilla. Allí se detuvieron desconsolados. Descubrieron el pantalón de él junto con un vestido negro. Ya estaban en la esquina de su casa.
La impresión que dejaba ese vestido negro, era casi tenebrosa. Pero lo peor no era lo que imaginaban, sino que parecía, se había llevado al chino. Algunos comenzaron a llorar, y maldecían la suerte del amigo. Otros, pensaron que se trataba de una broma que, por cierto, era de muy mal gusto. Por supuesto ninguno olvidó a esa mujer, tan bella como misteriosa que seguramente, algo tenía que ver en ese suceso.
En eso, doblando la esquina, ven llegar a Lucía. Todos quedaron tiesos, sin saber que hacer.
- Alguno me acompaña a Corrientes y Camargo, dijo.
- No, dijeron todos.Nadie quería acompañarla. Delante de ellos estaba la muerte.

Nadie supo más nada de Lucía. Algunos aseguran que jamás volverán a verla, puesto que, dado que es la muerte, cambia de personalidad, actitud, color de pelo, y se vuelve otra persona.
Los más descreídos de esta historia, afirman que se trata de una historia imaginada por personas que no saben que hacer de sus vidas.
Según comentó Farraret, Lucía estaría en Chacarita, ya que en la puerta de la estación Federico Lacroze, encontró un par de zapatillas y una remera verde, mientras veía doblar por la esquina, a una preciosa mujer.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Aiii gastii, re lindoo, me re gusto, pero te falto la parte que dice "y vivieron felices para siempre" jajaja. Sera que ninguna historia termina asi realmente :(
igual esta muuy bueno el cuento.
Segui escribiendo asi qe pronto vas a ser como cortazar (L)
tteee qiiieroooooo muuuuuucho.

En El Corazón del Bosque dijo...

Hola Gastón! Te veo un futuro muy prometedor como escritor. Que sepas que ya tienes una lectura fiel en mi...! Eres el inventor del realismo mágico porteño.
Cuidaté, espero algún dia ser capaz de enlazarte en mi blog, aún no pierdo las esperanzas.
Un beso

Richard Chavez dijo...

Hola.
gracias por escribir.
me he llevado tus blogs a casa para leerlos con tranquilidad.
en unos dias te escribo.
abrazos.

Richard Chávez
www.richardchavez.blogspot.com

Rodolfo Serrano dijo...

Me ha gustado mcho. Gracias por descubrirme este blog.

Marga dijo...

Precioso cuento Gastón, me ha hecho recordar Bs. Aires, espero ir el año que viene a recorrer nuevamente sus calles y avisitar a mi prima que estudia allá. Un abrazo y gracias por visitar mi blog.

Eclipse dijo...

Creo que le debía una visita. Tarde, pero llegué. Gracias por apsarse por mi blog.
Saludos

Richard Chavez dijo...

Interesante texto. Interesante chica.
Te seguiré leyendo para que me atrapes con otra Lucía.
Te he anexado a mi blog como recomendados en narrativa.
Un abrazo desde Perú.
Éxitos.

Richard Chávez.
www.richardchavez.blogspot.com

Dante Bertini dijo...

creo que tu futuro es hoy. Richard Chávez dirá que te descubrió él, pero yo te linkeé mucho antes. un abrazo.

me gusta la muerte vestida "casual" y lucía es un nombre precioso.

"lucía como la muerte" (je)
(no tengo tantos nombres bloggeros, sólo cuatro)

Anónimo dijo...

buenisimo!...gaston sos un genio, retorcido, enfermo, psicótico, neurótico, homosexual, reprimido, estructurado, obsesivo, bouldo, maestro, conchudo, fiel, dominado, dominante, aristócrata, socialista, neurocirujano, otorrinofacial, compilicado, nihilista, asesino, toro en la cama, cebolla partida, KvK.